Hace unas semanas tuve la oportunidad de dar una clase a lxs alumnxs de secundaria del colegio Saint-Joseph de Périgueux. Una clase centrada en mi proyecto actual de investigación.
Mi antigua profesora de español, Jocelyne Guerra, me hizo descubrir México hace casi 9 años. Gracias a ella me he ido a este país fabuloso para llevar a cabo mi investigación. Y es esta misma profesora la que me pidió que presentara mi proyecto comprometido a su clase. Acepté inmediatamente porque me encanta enseñar, y también por el hermoso símbolo de volver a enseñar en la clase de la profesora que me inspiró a seguir este camino de vida.
¡Basta de sentimientos! Hablemos de esta clase. Debo confesar que no lo preparé durante mucho tiempo: sólo practiqué elaborando algunas diapositivas para llamar la atención de lxs alumnxs. Podría haber presentado las mismas diapositivas frente a personas de 40 años, de 90 años o frente a estos adolescentes. No pensé en esta particularidad de mi público. No fue prohibitivo, ya que la clase estuvo muy atenta y fue muy curiosa en sus preguntas.
Sin embargo, sentí un desfase en mi discurso en varias ocasiones. Me pareció que varixs alumnxs (en su mayoría varones) no terminaban de comprender el alcance y la gravedad del problema del que había venido a hablarles: la violencia de género. Sin embargo, me empeñé en recordarles las terribles estadísticas, los 11 feminicidios diarios, incluso hablé de estas cifras en Francia para que no pensaran "este no es nuestro país, no nos preocupa realmente". ¡Y sin embargo! Cuando les mostré dos videoclips de música para recoger sus ideas, sus respuestas fueron muy ligeras, muy alegres, como si les preguntara si preferían el reggaeton o el pop. Y me di cuenta de que, efectivamente, mi pregunta estaba mal formulada.
Les mostré un videoclip de Maluma, Mala mía, que ya he mencionado por su extrema cosificación de la mujer, y luego les mostré el videoclip de Renee Goust, su Cumbia feminazi. Les pregunté qué música y qué videoclip les gustaba más. Inmediatamente hubieron carcajadas, y los chicos exclamaron que la canción de Maluma era mucho mejor, sin dudarlo. Una chica tomó la palabra para hablar del tema de las canciones, pero las risas continuaron en el fondo.
Entonces me sentí completamente fuera de lugar con estos adolescentes, que sólo tienen 5 años menos que yo. Eso es lo que he pensado al organizar este curso: será fácil transmitirlo, tenemos la misma edad. Entonces, ante esta risa y este desprendimiento, recordé mi lugar, en la fila del medio, en esta misma aula, 5 años antes. Recordé mi feminismo asertivo del principio, pero mi desconocimiento de la violencia de género, y más que desconocimiento, desapego, descuido. Recordé que, a esa edad, no se habla de la violencia de género. No somos realmente conscientes de ello, ni siquiera remotamente.
¿Cómo hablamos de la violencia de género cuando nos acercamos a la edad adulta? ¿Y durante la adolescencia, la infancia? ¿Tenemos que hablar de ello?
Sí, ciertamente, tenemos que hablar de ello. El tema es hoy tan tabú, o al menos negado a lxs más jóvenes para preservar su inocencia, que el choque con la realidad es siempre más violento. Cuando hablo de violencia de género, incluyo las marcas más "sutiles" del sexismo (las bromas, los comentarios sobre el aspecto físico de las niñas a una edad muy temprana), las desigualdades salariales, la violencia sexual y todo lo relacionado con la desigualdad de género. Es necesario hablar de ello. Es necesario decirles a las chicas y chicos jóvenes que la sociedad sigue siendo muy desigual en este tema, y que mucha de la violencia de género es consecuencia de ello.
Es innegable que es difícil encontrar la manera correcta de tratar un tema tan sensible, eso es seguro. Sobre todo cuando no eres profesor y no siempre sabes encontrar las palabras adecuadas para mezclar pedagogía y sensibilización. En un intercambio con Victoria Equihua, una maravillosa poetisa mexicana acostumbrada a tratar estos temas con lxs niñxs, surgieron varias ideas. Si se adoptan los siguientes principios, se podría dar a lxs jóvenes las herramientas para que tomen conciencia de este problema antes y los incluyan en su resolución:
La construcción de un ambiente de confianza, donde todos lxs niñxs puedan hablar sin arriesgarse a esas carcajadas que tan rápidamente pueden desacreditar una palabra. Esto requiere el establecimiento de reglas que lxs niñxs entiendan, por ejemplo, el paso del bastón de la palabra, que implica no sólo el habla de unx alumnx, sino también la escucha activa y respetuosa de lxs demás.
El intercambio de experiencias por parte de la facilitadora y de lxs niñxs. ¿Qué piensan todxs de la violencia de género? ¿Qué no debe ocurrir? La concienciación ocurre al verbalizar un comportamiento condenable. En particular, es importante hacer que cada niñx entienda la noción de consentimiento desde una edad temprana.
Que lxs niñxs comprendan que cada unx puede actuar activamente contra la violencia de género prestando atención a cosas muy pequeñas como la forma de expresarse con sus compañerxs según su género, los juegos en el patio, etc.
La escritura. Calificar comportamientos y traumas puede ser más natural por escrito. Pueden salir palabras crudas, más personales. Animemos a lxs niñxs a escribir para expresar sus sentimientos sobre estos temas.
Pasando por canales más lúdicos, incluyendo la música comprometida. Sinceramente, creo que esta forma de denuncia, o de concienciación, es muy relevante para lxs niñxs si está bien presentada y si el contenido se adapta a la edad de lxs niñxs (¡evita mostrar el clip de Maluma a niñxs de 5 años!).
Y a ti, ¿te hubiera gustado que te hablaran de la violencia de género cuando eras niñx? ¿Te gustaría que lo hagamos con lxs niñxs de hoy? ¿Cómo lo harías? No dudes en compartir tu punto de vista acerca del tema.
Comments