Ha llegado el momento de contarles el nacimiento de este proyecto.
En 2019, hice un curso de español en ESSEC (mi escuela) donde hablamos de la música y de su influencia en las mentalidades latinoamericanas. Al final de este curso, discutí con mi profesora (argentina), Maria Selva Senor, que nos preguntó qué tipo de música escuchábamos.
Por aquel entonces, yo acababa de descubrir a esta música latina comprometida, especialmente en torno al movimiento #NiUnaMenos en Latinoamérica: Chocolate Remix (Argentina), Rebeca Lane (Guatemala), Renee Goust (México)... Esta música era lo contrario de toda la música latina que había escuchado hasta entonces, el reggaetón, tan popular en Europa pero poco respetuoso con las mujeres.
Así que compartí esta música con mi profesora, mientras le explicaba que estaba intentando dejar de escuchar esa música latina sexista, que me avergonzaba de apreciar (por su ritmo y melodía): Romeo Santos (República Dominicana), Maluma (Colombia)...
Tuvimos una conversación muy interesante sobre esta percepción de la música, especialmente en la región latinoamericana. Le dije entonces que en Francia la música latina se asocia con el sexismo y la cosificación sexual de la mujer: así, algunas músicas que en realidad son españolas se asocian a América Latina por su sexualización de la mujer.
Así, Maria Selva Senor empezó a construir un curso sobre la comparación de estas dos tendencias musicales en América Latina: por un lado, la música comercial, y por otro, la música comprometida. Comparamos el alcance de las diferentes canciones, la viralidad de las otras. La tendencia principal fue ver que la música que cosifica a las mujeres entra dentro de las normas de la música comercial en términos de ritmo y melodía, y por lo tanto, a pesar de su temática, es viral y es escuchada por muchas personas, independientemente de sus convicciones.
Esta fue la respuesta de lxs alumnxs cuando intentamos entender la diferencia de viralidad entre ambos tipos de música: la mayoría consideró que no es el tema lo que explica esta diferencia de alcance, sino los códigos musicales. Según ellxs, la música comprometida es demasiado protestataria y, por tanto, menos agradable de escuchar, menos festiva.
No estaba ni estoy de acuerdo con esta opinión, porque hemos estudiado varios tipos de música, el rap de protesta por supuesto, pero también una cumbia (La Cumbia Feminazi de Renee Goust) que se ajusta más a los códigos comerciales, y a pesar de ello, esta canción no alcanza la viralidad de una canción latina "clásica" (aunque ya es muy escuchada). Estoy convencida de que la música es un excelente medio de expresión para las mujeres y para cualquiera que quiera cambiar la mentalidad en cuestiones de género.
Este tema despertó mi interés, por lo que decidí embarcarme en este proyecto de investigación.
Para mí, para abrirme a la música de un país latino y ampliar la visión centrada en Europea y externa que tengo en este momento.
También para investigar este nuevo movimiento de música comprometida, y las canciones que desde entonces se han vuelto virales (Canción sin miedo de Vivir Quintana en México en particular).
Por último, para poder comunicar estos descubrimientos a las personas interesadas que siguen este blog.
Gracias por seguirme, ¡más información la próxima semana!
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